Baden-Powell, el fundador

Ninguna idea o sistema de valores tiene tanta fuerza como una vida; ningún método educativo puede reemplazar la personalidad del educador; así también el Movimiento Scout no es comprensible sin la figura de su fundador, el general inglés Robert Baden-Powell. Enamorado de la vida, generoso, alegre, espontáneo, sólo pretendió compartir con otros su felicidad, su deseo de dejar el mundo un poco mejor de como lo encontró y sin quererlo dio origen a un enorme movimiento de jóvenes.

Nació en 1857. Robert fue el 8º de 10 hijos. Huérfano desde los 3 años, su madre, Henrietta Grace Smyth, de carácter fuerte, asumió el timón de una familia en la que sobrevivían siete niños -el mayor de 13 años- y moldeó la conducta que proyectaría posteriormente Robert en el Movimiento. Acrecentó tempranamente su sentido del orden, organización y responsabilidad, lo que se refleja en más de una proposición scout: “nada se hace a medias”, “ser digno de confianza”, “valorar el trabajo”, “pensar en los otros antes que en uno mismo”.

Pero esta misma vida en una familia de hermanos invita al juego, la aventura y la complicidad. La “patrulla” de los Baden-Powell construyó una nave a vela, recorrió las aguas del Támesis y las costas de Inglaterra, observaba a los animales, dormía al aire libre, cultivaba un huerto.

A los 19 años falló en sus pruebas de ingreso a la Universidad de Oxford y se presentó a examen de admisión para el Ejército. Obtuvo el 2º puesto y fue nombrado de inmediato subteniente de caballería. Destinado a la India y a Afganistán, se especializó en la exploración preventiva o reconocimiento avanzado, disciplina de gran importancia en la época (en inglés denominada “Scouting”), que consistía en deslizarse silenciosamente por la maleza y permanecer largo tiempo oculto, observar de día y de noche al enemigo y retener mentalmente cualquier detalle para informarlo posteriormente a su estado mayor.

Era la época de las grandes potencias coloniales, en el último cuarto del siglo XIX Gran Bretaña manejaba un imperio de 33.000.000 km2 y 400.000.000 de habitantes. Durante su carrera militar sirvió en Asia, África y Europa, mayormente como “Scout” y espía, también en algunas campañas de combate. A los 26 años era capitán y a los 40 coronel. Es probable que haya creído también en la “misión civilizadora” de los europeos, pero luego de varias campañas -en especial la que enfrentó a los zulúes- descubrió la sed de poder y riqueza que se escondía detrás de esta pretendida “misión” y llegó a decir que los nativos no eran rebeldes sino patriotas y que los ingleses eran más bien tiranos que civilizadores.


El sitio de Mafeking

En 1899 estalló la guerra en Sudáfrica. Típica guerra colonial: de un lado los boers -nietos de colonos holandeses y abuelos de la minoría blanca que estableció el “apartheid” en el siglo XX- que daban feroz caza a los negros; del otro lado, los ingleses, ansiosos de apoderarse de Orange y Transvaal, ricos en minas de oro recién descubiertas.

Durante más de 7 meses, el coronel Baden-Powell defendió con poco más de 1.000 hombres al pueblo de Mafeking y a su población civil frente a más de 7.000 sitiadores boers. Gracias a maniobras de astucia más que a su fuerza, Baden-Powell logró introducir en el general adversario la duda sobre su capacidad de fuego y defensa. Para agilizar las comunicaciones internas y repartir las tareas menores que liberarían a los adultos para actuar en el frente de batalla, el mayor Lord Edward Cecil, oficial de Baden-Powell, organizó un cuerpo de cadetes con muchachos entre 10 y 16 años, liderados por uno de ellos, el “sargento mayor” Goodyear. A través de ingeniosos sistemas, Baden-Powell mantuvo a Inglaterra y al mundo enterados de su defensa.

Más allá de su significado para Gran Bretaña, Mafeking dejó algo que influyó claramente en lo que sería el Movimiento Scout. El cuerpo de cadetes permitió a Baden-Powell descubrir que los jóvenes pueden ser muy eficaces cuando son motivados a asumir una responsabilidad, y que lo hacen alegremente, como si fuera un juego. Y también le enseñó el valor educativo del servicio. A partir de esta experiencia primigenia, el Movimiento Scout reafirmaría siempre que para mantenerse vigente debe ser relevante para las grandes necesidades y metas que afectan y movilizan a una comunidad.

El cam
pamento en la isla de Brownsea

Por su éxito en Mafeking, Baden-Powell ganó fama y la reina lo ascendió a mayor general a los 43 años. De regreso a Inglaterra, comentó el impacto que produjo en él la situación de los jóvenes de su país: dos millones de jóvenes entre 10 y 17 años, un poco inútiles y sin un sentido para sus vidas. Desadaptados, enfermos, flojos, constituían un problema social importante.

Por su cargo en el Ejército visitó varios países y tomó contacto con las modernas experiencias y tendencias en educación. En un artículo que escribió para la revista de las Boys Brigades, trazó unas líneas que resultarían fundamentales: “...todo educador debe ayudar a los muchachos a formar su carácter y a desarrollar en ellos el espíritu de servicio a los demás. El método que yo aconsejo para lograr esta meta e aprovechar su natural curiosidad para acostumbrarlos a la exploración. El conocimiento de la naturaleza les reportará el agrado de vivir y en la observación atenta de las personas descubrirán la necesidad de prestarles ayuda”.

En 1907, Arthur Pearson, magnate editor de libros y diarios para quien Baden-Powell había escrito algunos artículos sobre su método de educación para niños y jóvenes, le lanzó un desafío señalándole que se necesitan hechos más que ideas o palabras. Le sugirió poner en práctica su método y si los resultados fueran buenos, la influencia de Pearson estaría a su disposición para difundir estas experiencias a escala nacional.

Y finalizando julio de 1907, en la pequeña isla de Brownsea, tuvo lugar el primer campamento scout. Durante 10 días, un grupo de poco más de 20 jóvenes entre 12 y 17 años, con elementos simples, se organizaron en 4 patrullas y pusieron en práctica un sencillo programa de actividades: levantarse temprano, practicar ejercicios físicos, preparar su propia comida, recorrer la naturaleza, observar animales y pájaros, emprender grandes juegos, levantar rústicas construcciones, aprender nudos y amarres, compartir una fogata, entonar canciones, escuchar viejas historias, elevar una oración. Al despedirse, los pequeños grupos se comprometían pronunciando una pequeña promesa redactada por Baden-Powell.

Así como Mafeking había puesto de relevancia el valor del servicio, Brownsea había destacado la trascendencia del retorno a la vida en naturaleza, la que había demostrado que producía hábitos de sacrificio y generosidad; que obligaba a la ayuda mutua, a descubrir la importancia de la solidaridad; que generaba humildad y fortaleza, que volvía a los jóvenes amables. Les había dado la oportunidad de descubrir que sus vidas podían ser atractivas y útiles.

“Escultismo para Muchachos”

Pearson estaba eufórico por el buen resultado. Baden-Powell dio 50 conferencias sobre su “ensayo exitoso” entre noviembre y diciembre. El 15 de enero de 1908 apareció en los puestos de venta de diarios el 1º de los 6 fascículos quincenales que compondrían uno de los libros más vendidos del siglo XX. Organizado en 26 “fogatas”, atraía a niños y jóvenes por sus episodios de investigación y espionaje, sus consejos prácticos para la vida al aire libre, sus ideas interesantes, sus proyectos por realizar, tanto como por el halo de leyenda y heroísmo que rodeaba a su famoso autor. Publicado como libro en mayo, -ya con algunas notas para los adultos que pudiesen actuar como instructores- conoció 7 ediciones sólo en su primer año y un absoluto record de ventas de más de 110.000 ejemplares.

Aunque el propio autor decía que su “método” era una propuesta que pudiera ser adoptada por cualquier organización que se ocupase de los jóvenes, y de hecho lo había ofrecido repetidamente a las Boys Brigades y a la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes), el hecho que su libro no se pareciese a ningún manual de pedagogía posiblemente lo alejó de los círculos “serios” establecidos.

A partir de febrero de 1908 empezaron a aparecer patrullas scouts en cada rincón del país y B-P se vio obligado a montar una oficina de coordinación para responder a las múltiples consultas de jóvenes e incipientes dirigentes, la que en seguida evolucionó hasta convertirse en la Asociación de Boy Scouts; a fines de ese año había unos 50.000 scouts sólo en Inglaterra.

El libro cruzó rápidamente las fronteras, se organizaron patrullas, y luego tropas, en las diversas naciones que componían el Imperio Británico -las que naturalmente se “inscribían” en la incipiente asociación británica-. Incluso aparecían improvisadas tropas de Boy Scouts en otros países de habla inglesa -como Estados Unidos- o en las comunidades británicas de países de otra lengua -en Argentina se organizó la primera patrulla en agosto de 1908-.

En marzo y abril de 1909 Baden-Powell viajó por Sudamérica, pasó por Argentina, ascendió al Cristo Redentor en los Andes, pronunció una conferencia sobre su “hobby” de los Boy Scouts en el Salón de Honor de la Universidad de Chile y puso con ello la primera piedra de la que, en mayo, sería la primera asociación nacional de Boy Scouts después de Inglaterra.

En Europa su libro se tradujo a diversos idiomas y el Movimiento se extendió por Escandinavia, Francia, Alemania, Holanda, Polonia, Portugal, Rusia, Suiza, Italia y Grecia, también se lo encontraba en Japón y en América Latina. En 1909, en el Crystal Palace de Londres, se llevó a cabo la primera reunión de los scouts: 11.000 jóvenes; muchos entre ellos eran mujeres y a fines de 1910 aparecían 7.000 niñas -Girl Scouts- inscritas en la Asociación.

Ampliación del Movimiento

Hacia fines de 1909 -fuertemente influenciado por su madre- comenzó a poner en marcha una organización separada para las niñas, les dio el nombre de Guías y las puso bajo la presidencia de su hermana Agnes. En 1912 Baden-Powell publicó -junto con su hermana- el primer texto para niñas “Handbook for Girl Guides”.

A partir de 1910, la complicación que creaban en las tropas los hermanos menores de los scouts, que llegaban casi como “mascotas”, lo llevó a desarrollar un programa especial para “scouts menores”, el que tardó varios años en encontrar su rumbo y eventualmente se consolidó con la ayuda de Vera Barclay con quien publicó “Manual de Lobatos” en 1916.

Hacia 1914 enfrentaba la dificultad de los scouts que habían pasado de la edad aconsejable para permanecer en una tropa y de todos modos querían quedarse en el Movimiento. Tras varios ensayos no muy exitosos, optó por crear una nueva rama para ellos y publicó “Rovering to Success” (En camino al éxito) en 1922.

La capacitación de los animadores adultos también fue un tema tratado tempranamente. Probó varios sistemas durante los primeros años hasta que en 1919 consiguió una donación que le permitió adquirir Gilwell Park y poner en marcha el curso de la Insignia de Madera.

La rápida expansión del Movimiento lo impulsó a crear el puesto de Comisionado Internacional en la Asociación británica e inspiró la realización de grandes encuentros mundiales de scouts. El primer Jamboree se celebró en Londres en 1920 y en ese momento se acordó establecer la Conferencia Mundial, el Comité Mundial y la Oficina Mundial con lo cual quedó fundada la Organización Mundial del Movimiento Scout.

Fuente: Historia del Movimiento Scout